Alcoba de las hijas

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Feliciana, heredera universal de Lope, y Antonia Clara fueron las dos hijas del poeta que más tiempo estuvieron con él. Hoy se muestra un aposento como el dormitorio de ambas, aunque no existe ningún dato que acredite la ubicación que se ha elegido para él. En esta habitación se han incluido detalles que ayudarían a reconstruir el auténtico cuarto. Dos camas con sus pabellones correspondientes –de paño azul, la pequeña, y de grana verde, la otra–, silla, mesa baja, taburete, un cofre para ropa, una sillita de costura, un velón y una pila benditera completan el decorado.

La habitación de las damiselas esconde uno de los momentos más dramáticos de la vida del poeta, el del angustioso descubrimiento del rapto de su hija Antonia Clara, una mañana de verano de 1634, en que Lope no encontró a la joven y en su lugar vio un cuarto inusualmente desordenado ("de las reliquias y no santas, confuso estaba el suelo”).

Aquel fue, sin duda, el episodio más doloroso y amargo de la vejez de Lope de Vega. “Cubrióse entonces de un humor sangriento / el corazón; las lágrimas heladas / no me dejaban ver el aposento”.

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