Estrado femenino
Es, junto con el estudio, el aposento de localización más auténtica de la casa. Utilizado a veces como cuarto de estar, en él hubo "dos tarimas de estrados y ocho almohadas de terciopelo carmesí". Aquí las mujeres recibían a las visitas o pasaban tiempo bordando y cosiendo. Según las propias obras de Lope, en este tipo de habitaciones siempre había un brasero, indispensable, sillitas bajas, taburetes, bufetes (mesa de escribir con cajones) con escritorios y contadores, espejo y algún tapiz. Las mujeres se sentaban a la manera morisca y las paredes estaban cubiertas con tapices para, así, acondicionar la temperatura.